Los siete momentos de Mo Farah

2017 es el año que eligió Mo Farah para retirarse de la pista. Doble campeón olímpico en cinco y diez mil metros, campeón mundial, europeo, récord nacional por su país de adopción, Gran Bretaña, y no siempre exento de polémicas. A continuación, siete momentos decisivos en la carrera de uno de los fondistas más prolifero y eficaces de todos los tiempos.

  1. Mohammed Farah, el jóven somalí que nunca quiso ser atleta

Según cuenta el mismo Farah, siempre quiso ser jugador de fútbol. De no haber sido por Alan Watkinson, su profesor de deportes en la escuela Feltham Community College de Londres donde había alcanzado su status de refugiado, Mo habría terminado estudiando alguna carrera universitaria, volviendo a su país o, tal vez, siendo jugador de fútbol del Arsenal inglés. Sus primeros años como atleta de elite, después de una promisoria y breve carrera universitaria donde brilló en los campeonatos de cross de su país, estuvieron plagados de actuaciones más que correctas, como el campeonato europeo de cinco mil metros en Gotemburgo, donde fue segundo. Su salto a la escena mundial fue en Osaka 2007, donde acabó sexto en las distancias de tres y cinco mil metros. Un año después, en el campeonato mundial de pista cubierta de Valencia fue medalla de plata en los tres mil metros y meses más tarde, clasificado a sus primeros J.J.O.O. en Pekin, no pudo pasar a la final en los cinco mil metros. Años más tarde, incluso después de la hazaña en Londres, Farah reconocería que esa es una espina que nunca pudo sacarse. Aquella final en el “Nido de pájaro” sería la última victoria de Kenenisa Bekele en unos Juegos Olímpicos. Aunque su foco estaba puesto en el fondo, con sus éxitos en Gotemburgo y Valencia, Farah comenzaba a demostrar sus dotes como medio fondista.

        2. Salazar

El fracaso en la República Popular de China hizo mella en Farah, que en 2009 decidió modificar no solo su técnica de carrera, sino también sus hábitos alimenticios, sus descansos y hasta su entrenador. Ese año, en el Campeonato del Mundo de Berlín, terminaría otra vez séptimo en los cinco mil metros. En 2011, después de los europeos de Barcelona 2010 donde fue ganador en cinco y diez mil metros, tomó una decisión trascendental que cambiaría su vida para siempre: mudarse a Portland para entrenar bajo la dirección del maratonista cubano Alberto Salazar (campeón de Nueva York y Boston) que incorporaba en Farah a la figura más rutilante del incipiente proyecto de Oregon, el programa que Nike decidió financiar para producir atletas que pudieran competir con los africanos que a esas alturas eran cada vez más reyes de la distancia. El resultado se efectivizó a corto plazo y en el campeonato mundial de Daegu, en 2011, se convertiría en rey absoluto de ambas distancias. Por ese entonces, una prometedora figura del atletismo americano se sumaba también al Oregon Project, Dathan Ritzenhein. A pesar de los vaivenes en la relación, los éxitos y de las sospechas que sobrevuelan sobre su entrenador desde el escándalo destapado en 2015, Farah continúa entrenando con Salazar. Apenas una curiosidad que demuestra la supremacía de Farah y su espacio en la historia: desde los cinco mil metros del campeonato mundial de 2011, nunca más volvería a perder una final en esa distancia, ya sea en mundial o Juegos Olímpicos, consiguiendo el único triple doble de la historia del atletismo.

         3. Londres, home sweet home

Después de un buen comienzo al mando de Salazar, con su primera medalla dorada en cinco mil metros y una plateada en diez mil, la oportunidad olímpica para Mo Farah se materializaba en los J.J.O.O. de Londres, la ciudad que lo acogió a los ocho años cuando buscó en su padre inmigrante una oportunidad para escapar de la hambruna somalí. Más maduro y fuerte, intercaló sus entrenamientos entre Flagstaff y Etiopía y le mandó sendos mensajes a sus competidores: en Londres era el hombre a vencer. El 4 de agosto, en un estadio colmado Farah cronometró 27:30.42 por delante de su compañero, un tal Galen Rupp, y el etíope Tariku Bekele. Cuarto finalizó Kenenisa Bekele, que comenzaba a despedirse de la temporada de pista para incursionar en el maratón. Una semana más tarde y en una prueba bastante más apretada, Farah lograba un doble olímpico llevándose también los cinco mil metros en un cardíaco final con Longosiwa y Gebremeskel soplándole la nunca. La marca fue de 13:41.67, lejos de su PB e incluso de las más lentas en unas olimpiadas. Sin embargo, Mo empezaba a escribir con su pluma dorada en el libro grande del atletismo con lo que luego se convertiría en su sello: carreras tácticas con aniquiladores remates (50s para los últimos 400, 2m25s para los últimos mil metros). Ni los rivales del momento ni los que vendrían luego podrían con Farah, que días después de Londres, junto a su esposa Tania, fue padre de mellizas.

           4. Moscú 

Para el Mundial de Moscú, al año siguiente, Farah no sólo volvía a acudir a una cita como favorito, sino que lo hacía en carácter de defensor en los cinco mil metros y doble campeón olímpico. Ya no era suficiente ganar ambas pruebas, ahora quería arrebatarle la condición de único ganador en mismas pruebas en Mundial y J.J.O.O. a Kenenisa Bekele. Aquella tarde de verano en la capital de la ex Unión Soviética, Farah ejecutó otra vez una última vuelta demencial para consagrarse en los diez mil metros (27:21.71), a pesar de tener una horda de africanos soplándole la nunca, entre ellos Jeilán, el mismo que lo venciera dos años antes en Daegu. Para el cinco mil las cosas fueron un poco reñidas y Farah tuvo que rebajar en un segundo la última vuelta para vencer al etíope Hagos Gebrhiwet y al keniata Isiah Koech, cruzando la meta en 13:26.99. A esas alturas, ¿Quién podía detener a Farah? Los mejores corredores de fondo del mundo parecían no encontrarle la vuelta a un atleta fuera de serie, no tanto por su velocidad (su mejor registro en diez mil metros es 26:46.57, en Eugene, lejos del récord del mundo a manos de Bekele con 26:17), sino por su capacidad cerebral para competir, siempre resguardado por propios compañeros de equipo y también por sus hambrientos rivales. Con un trabajo fino en el aspecto aeróbico, la recuperación y los métodos de asimilación de Salazar, Mo se volvió un especialista en carreras de medio fondo que, sumado a un kilometraje de 240 kilómetros semanales, le aportaron solidez en las distancias más largas, desde el cinco mil hasta el medio maratón (con 59:32 posee el récord europeo en medio maratón). Farah era -y continúa siendo- una rara avis dentro de la pista, una combinación perfecta entre velocidad y resistencia hacen de el somalí el mejor medio fondista largo de la historia.

             5. Mo: De todo se aprende

La pregunta del apartado anterior tenía respuesta, y no estaba en la pista. La falta de nuevos horizontes a la vista de Farah y un suculento caché lograron que el 13 de abril de 2014 debutara en la distancia madre de todas, el maratón. En “el patio de su casa”, Londres, y con un startlist estelar que incluyó a Kipsang, Emmanuel y Geoffrey Mutai, Biwott, Jeilán, Kebede y Mekonnen entre otros, Farah se puso a prueba en uno de los maratones más rápidos del mundo, un termómetro de su capacidad de asimilación que para muchos era arriesgado por su falta de experiencia. La polémica, sin embargo, se sirvió meses antes cuando la prensa del atletismo especuló con la posibilidad de que se vieran las caras con Bekele, otro que hacía su paso definitivo al maratón. Según palabras de su manager Jos Hermens, Kenenisa declinó correr en la capital londinense ya que en París le ofrecían el doble de dinero, sumado a que se presentaba como el maratón ideal para su debut, rápida y con buenas condiciones climáticas. No hubo duelo y los resultados de ambos fueron dispares. Para Farah, una competencia que desde el comienzo se hizo cuesta arriba, para Bekele un triunfo holgado con 2:05 y récord de circuito en Francia. Las 2:08 de Farah a cuatro minutos de Kipsang dejaron en claro algunas cosas que su entrenador Alberto Salazar tenía en claro desde antes: Farah no estaba listo para el maratón. Su zancada explosiva y su poca preparación específica le pasaron factura y Alberto, que treinta y un año antes había ganado su primer maratón de Boston, aseguró que el coqueteo ya había sido suficiente, y que Mo había aprendido la lección. Todavía le quedaba historia por escribir en la pista.

              6.  Los días más oscuros

Cuando comenzaba a recuperarse del duro golpe de realidad que le proporcionó el maratón, Farah se encontró con su rival menos esperado: el dopaje. El 6 de junio de 2015, la emisión Panorama, en colaboración con la web ProPublica, emitió un documental llamado Catch If Me You Can, centrado en el dopaje y con Alberto Salazar como principal protagonistas. En concreto, al entrenador de Mo se lo acusa de suministrar medicamentos prohibidos a algunos de sus más exitosos atletas en Oregon Project, como el fondista Galen Rupp y la medio fondista Mary Cain. El programa afirma, en base a testimonios del ex círculo íntimo de Salazar, que el cubano americano proveyó de prednisona y testosterona a Galen Rupp, compañero de Farah, dos sustancias que en abusos en el corto tiempo están prohibidas bajo la regulación de la USADA (Agencia Norteamericana de Antidopaje). El documento, que mostró un sospechoso análisis de sangre a Rupp en el que se pueden ver los valores alterados, nunca tocó a Farah directamente aunque días después se conoció que Mo, por circunstancia que él después aclaró (enfermedad) se salteó dos controles anti doping en el 2014. El informe cuenta con la participación de Steve Magness, ex colaborador de Salazar y de -el periodista especializado- David Epstein. La reacción de Farah fue silenciosa pero contundente. Se recluyó de forma momentánea en Etiopía, lejos de Salazar y siempre centrado en sus próximos objetivos: Beijing y Río. Actualmente, la investigación continúa abierta e incluso FloTrack publicó sesenta páginas del informe que aún no tiene culpables.

                  7. La gloria

Para Mo Farah, el capítulo más glorioso de su carrera comenzó el 23 de agosto de 2015 en Beijing y culminó un año después pero en Río de Janeiro. A su agigantada leyenda post Londres le agregó un nuevo condimento, superando a Bekele y convirtiéndose una vez más en dueño absoluto de los cinco y diez mil metros en un mundial. Atrás quedaban las dudas y los malos momentos, Farah ya era tricampeón mundial en cinco mil metros y bicampeón en los cinco mil, consiguiendo el único triple doble de toda la historia. Ahora iría por lo utópico, lograr el doble-doble en Juegos Olímpicos aún cuando sus críticos más acérrimos le otorgaban pocas chances frente a los talentos emergentes como el de Geoffrey Kamworor, que venía de ser campeón mundial de cross country con una superioridad notable. Farah no sólo se adjudicó los diez mil metros con caída incluida después de las primeras vueltas, sino que con 27:05 además lo hizo en una de las carreras más rápidas de la historia de unos J.J.O.O., como su hubiese que ratificar su vigencia. Más previsible, repitió en su distancia predilecta, los cinco mil metros, consiguiendo lo imposible: convertirse en doble campeón olímpico y mundial en diez mil metros; doble medalla de oro en cinco mil y triple campeón mundial en cinco mil metros.

Un año después de la inmaculada proeza de Río, en el horizonte más cercano de Mo aparece el Mundial de Londres, una última oportunidad de despedirse de la pista y ante su gente. Después del cansancio post Río, de nuevas acusaciones por parte de tabloides británicos por el caso Oregon Project y hasta un intento de banneo por las políticas inmigratorias de Trump (aunque es residente temporal, estuvo envuelto en la confusión después de que el Presidente de Estados Unidos implementara un decreto de regulación que prohibe la entrada de personas originarias de Somalia al país), Farah está de regreso otra vez. En la capital británica, donde fue declarado Sir por la Reina Isabel, volverá a doblar distancias y aunque ofreció alguna que otra duda en su preparación, recientemente corrió los cinco mil metros más rápidos del año (13:00) en la Diamond League de Eugene, a ochenta minutos de su casa. Un detalle de color: siempre que corrió en Prefontaine Classic antes de una cita mundialista o un J.J.O.O. (2012, 2015, 2016) ganó, a excepción de 2013, cuando fue derrotado en los cinco mil metros de ese torneo por el keniata Edwin Cheruiyot. Aún en 2016, cuando las sombras del escándalo de Salazar todavía le sobre volaban, Mo se repuso anímicamente y volvió a demostrar de qué está hecho. En la eterna discusión sobre “quien es más grande”, Farah, a diferencia de Gebrselassie y Bekele, podrá ostentar su poderosa e imbatible vigencia en la pista sin importar el que se ponga enfrente. Su propia fisiología y biomecánica característica sin duda juegan un papel preponderante, como también las ventajas en la recuperación y los polémicos métodos de Alberto Salazar. Pero hay algo que sobre sale en Farah y se nota a simple vista: su corazón. En Londres, habiendo pasado ya las puertas del salón de leyendas indiscutidas, Farah irá por un mito.

 

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