Mo Farah, en estado de madurez

Cuando Mo Farah cayó desmayado en Manhattan después de cruzar la línea en la media maratón de Nueva York, allá por marzo de 2014, críticos y seguidores del atletismo de fondo –principalmente sus detractores-, encendieron la hoguera. Menos de un año antes, el somalí nacionalizado británico había arrasado, como si fuera poco, en los 5000 y 10000m de Londres 2012, juegos donde Farah era una de las principales estrellas. Pero la decisión de presentarse en el maratón de Londres, al año siguiente, trajo consigo más polémicas que expectativas. La falta de experiencia, un ambicioso debut al lado de los mejores de la distancia y un premio estrafalario sólo por presentarse, hicieron que Farah estuviese en el ojo de la tormenta durante sus meses de preparación.

Más allá de las conjeturas, la decisión de Mo de tirar un maratón en medio del desgaste previo de los Juegos Olímpicos, sin conocer la distancia y en una carrera a ritmo de récord mundial, pasó más por apresuramiento que por conciencia. Durante los meses previos, Alberto Salazar había advertido que “Farah no estaba listo para los 42, pero que era una buena carrera para que él aprendiera a correr en la distancia y sumara experiencia”. Indirectamente, Salazar le dijo que el maratón de Londres sería sólo una prueba para él, pero que estaba lejos de poder ganarla. En contraste con la mesura de Alberto Salazar, el periodismo y los más fanáticos de Farah no sólo auguraban una victoria de Mo, sino que además hablaban de récord mundial. Al frente, estarían Kipsang, el mejor del mundo en ese entonces (WR en Berlín 2013), Geoffrey Mutai, Stephen Kiprotich y Tsegaye Kebede, entre otros. Menos de 15 días antes del maraton y después de haber pasado un mes en la altura de Kenia, Farah corría la media maratón de Nueva York, con 63 minutos terminaba en segundo lugar detrás de Mutai y se iba en ambulancia. El abrupto desembarco de la altura de Iten al nivel del mar de Manhattan, algún desorden estomacal, el frío y, quizás el sobre entrenamiento, influyeron en el desfallecimiento.

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Mo Farah corrió en 2hs08min21seg el maratón de Londres, que finalmente ganó Wilson Kipsang con un impresionante registro de 2hs04min29seg, récord de circuito. El debut de Mo no había sido malo, pero definitivamente estaba muy lejos de las falsas expectativas que habían puesto en él. Ese día, Farah había pasado los 10km en 28 minutos, y la media maratón (una distancia que con el tiempo se volvió otra de sus especialidades), en poco más de 62 minutos. El plan de carrera era de Salazar era que Mo siguiera al segundo pelotón. Salazar sabía que después de los 21 km le costaría, y por eso había pensado en un buen papel para él, más que en ese ritmo infernal que finalmente no soportó. Factura hecha, lección aprendida.

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Con unos olímpicos por delante y después de haber sido rey absoluto en los últimos juegos, Farah parece comenzar a afianzarse en la discusión junto a Gebrselassie y Bekele por ser el más grande en la pista. Pero, ¿Podrá, como Haile y Kenenisa, trasladar su reinado al maratón? Gebrselassie, si bien comenzó con una marca alta para sus proyecciones, se acomodó, consiguió tres récords mundiales en la distancia y fue el primer hombre en correr abajo de las 2ho4min. Si bien el estreno de Bekele en la mítica distancia es reciente, el etíope tuvo un gran debút ganando el maratón de París con 2h05min y récord de circuito, aunque sus siguientes presentaciones no fueron lo esperado. En Chicago, unos meses después de París, volvió a correr en 2h05min y terminó con malas sensaciones (a esa carrera la ganó Kipchoge), mientras que en Dubai, en enero de 2015, abandonó después de una lesión y con el reciente cambio de entrenador (se fue bajo las filas de Renato Canova).

¿Qué le esperaba a Farah después de su compleja primera mitad de año? Salazar aseguró que después de Londres, el hambre de los 42 estaba saciada para Farah, aunque él quería revancha. “Ahora debe concentrarse en volver a la pista, reafirmar su trono.” Las declaraciones de Salazar, que sonaron a reto, esta vez surtieron efecto en el británico, que dijo que el tiempo del maratón para él sería después de Río 2016, donde volvería a buscar las doradas y los WR de Bekele en 5000 y 10000m. El 2014, que había comenzado a los tumbos, terminó bien para Farah: un récord europeo en milla descubierta (8:07.85), dos medallas doradas (con un tiempo muy por encima de su mejor marca, pero con victoria cómoda) en los Europeos, y dos triunfos, uno en 5000m en Oregon, y otro en la media maratón de Great North Run (1hs00min00seg), que un año atrás le arrebató el mismo Bekele en el sprint final.

Farah estaba de vuelta en su ritmo habitual. El 2015 comenzaría de otra manera. En Ethiopia, más calmo, centrado en sus objetivos después de su “metejón” con el maratón y con mucha hambre de gloria, Mo Farah estaba dispuesto a volver a su mejor nivel e incluso replantear sus metas con Río 2016 como eje. “Los juegos de Río de Janeiro serán mis últimos en la distancia de 5000 y 10000m, aunque no descarto el maratón”. Su principal motivación fue, quizás, el escepticismo de la gente sobre su desempeño post bajón en el maratón de Londres, e incluso el veneno de sus detractores. El último bocadillo que Farah dio a los medios fue su baja del cross de Edimburgo, por una supuesta gripe. Unos meses después se vio envuelto en una polémica con su compatriota y compañero Andy Vernon, quien deslizó que Farah no era un auténtico británico (después de su victoria en Lisboa, Roncero deslizó lo mismo). Durante los primeros meses del año, Farah barrió con absolutamente todo. Su principal conquista fue el récord mundial en la doble milla, que estaba a manos de Kenenisa Bekele. Ese día, en Birmingham, Mo cronometró los 3612m en 8:03.40. Atrás quedaban los malos momentos.

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48 horas después de escribir esta nota, Farah ganó la media maratón de Lisboa, rompiendo la barrera de la hora (59:32) y superando a Fabian Roncero como el europeo más rápido en esa distancia (discusión aparte sobre su nacionalización). En tierra de Pinto, una leyenda del fondo mundial y el atletismo portugués, Mo Farah volvió a advertir, como si en el destino de los grandes hiciese falta, que está mejor que nunca. Y que va por todo, más allá de cualquier récord.

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