Maraton de Medoc, una carrera diferente y entre viñedos

Empiezo por el final.
Si viste Batman no se que numero (eso sí, menos aun que Rocky) recordaras a Uma Thurman de Poison Ivy. Mas alla de enamorarte o envidiarla (según tu sexo), Uma era encantadora, pero como toda villana, el veneno estaba en el beso.

El Maraton de Medoc es un calco. Lo comprobé el sábado.
La venden como “Le marathon le plus long du monde” y por lo menos para mi asi lo fue. Mi chip marco 6 horas, 32 m y 58 segundos, al filo de las 6 horas 35 de time limit; y comprobé mi “no limits”, pues mi “récord” de resistencia corriendo había sido en 1999, cuando hice mi primer maratón en Lobos en 4 horas, 55 minutos y 21 segundos. El sábado tuve en cuenta esa marca, con vistas a darme un abrazo y susurrar “lo que viene es yapa”. Iba por el 29.

Empiezo por el final, y con el veneno en el beso, pues al principio todo es fiesta en Medoc. La previa donde se retira el kit, las degustaciones e imagino que el pasta party del viernes al que no fui por estar en Bordeaux, a hora y media de tren puntual, y ultimo servicio a las 18:29.

Todo es carnaval al inicio, y los ojos se llenan de asombro al ver la mayoria de los disfraces, sobre todo leyendo entrelineas (desviación profesional) que con semejante producción los pibes iban a correr 42 K.

En el frente de mi improvisado traje de fantasma (tuve que cambiar sobre la marcha el de los corchos pues habia que lookearse carnavalesco, y el de fantasma te lo vendían a cinco euros en un stand de la Expo, versus el de Arlequin que valia 25) recorde a las empresas que acompañaron el proyecto “Cabeza de Alcornoque” (Asics, Movistar, Europ Assistance, Eucerin, Havanna, Cabaña Argentina, Genser Sport, aceite La Toscana, el aceto Domenico Ranieri, Consulmed, las saludables galletitas para bebés, Gatorade, las mermeladas St. Dufour que trae Goodies, My Suites Hotel & Wine Bar de Montevideo, la consultora especializada en etilicos STG, y botellas a granel de la uruguaya Rodriguez Bidegain, y de muchas de las nuestras como Bodegas del Fin del Mundo, Salentein, Margot, Terrazas, Quara, San Huberto, Tapiz, Goyenechea, Lorca, Algodón, Monteviejo, Ala Negra de Corvus, Umbro de los Andreani, Don Martino, Deumayen, Flichman, Finca Dinamia, Las Moras, Trapiche, El Esteco, Rosell Boher, Fincas Notables, Fond de Cave y los vinos de dos celebrities como Fabricio Oberto y Gustavo Santaolalla). Si le sumas a Lisandro Arbizu, el Puma que vive en Medoc y me hizo el “silver bridge” para el alojamiento en Bordeaux, llegas exactamente a 42 seÑales de aliento, una por kilómetro en el maraton.
En la parte de atrás escribí “est il necessaire?” (Es necesario?), frase con la que personalizo mi remera del Maraton de buenos Aires, que este 12 de octubre no se si correré.

Allez. Prometieron los organizadores un petit dejeneur en el 3, ostras en el 38 y carne en el 40. Cumplieron. Prometieron paradas en chateaux y bodegas, y superaron la propuesta, pues los puestos de “hidratacion” no solo tenias vino a granel (mejor dicho a barrica o tonel) sino que habia papas fritas, naranjas, manzanas, terrones de azúcar y bananas, que matice con los siempre bien ponderados Yummy que me enseño una vez a optimizar el querido Fernando “Paco” Mayorga..

Iba por el 31 cuando una mujer vio mi “buffy” del Marathon des Sables (lo llevo como talisman a todas las carreras, tiene un pin de Boca, y le sumare uno de Atlas, mi segundo club cuando alguien los fabrique) y me dijo que Medoc era “easy” para los que llegamos en los 230 kilómetros en el Sahara marroqui. Sonrei, pero en mi interior no coincidi.
Cada carrera es única, y si subestimas a Ésta porque no te presionan los tiempos o te afloja la luminaria de los disfraces, “alpiste, perdiste”.

Siempre digo que debo dejar el alma por si la que estoy corriendo es la ultima. Si lo es, deje todo en Pauillac. Todo es todo. Y lo loco es que llegue a mi maraton numero 22, que es “el loco” en el escolazo, apodo de dos de mis idolos: Gatti y Palermo.

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Vital fue pensar en mi familia (le dedique cada kilometro a cada uno de los que estan, y a los que tengo en mi corazon y me empujaron desde el cielo. Le puse la palma a cada uno de los chicos que salieron a la calle y me dieron su aliento. TriquiÑuelas todas que sirvieron para ocupar la cabeza, mentirme del “sin dolor… Sin dolor…” de Rocky Balboa, soÑar para que pasen mas rapido los kilometros al ritmo de los segundos cansinos, tan sufridos como disfrutados, vaya paradoja.

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Pense mucho en los que creyeron en mi desde la primera hora, los que se subieron al carro cuando les conte con entusiasmo lo que iba a ser (soy definitivamente otro optimista del gol) y, miento si no te lo dijera, tambien me dieron fuerza los que se rieron de mi panza de “no maratonista” y no miraron en 3D, donde sobresalia el corazon, la “cabeza” (vital para llegar a donde te lo propongas) y el “hambre” intacto, como cuando hice en Lobos el primero de mis 22 de 42. A ellos tambien mi medalla de finisher. Y un pequeño consejo que me regalo una vez Johnny Scanlan, el pope del St.Brendan’s, cuando festejamos juntos haber llegado en el LaSalle Bank Chicago Marathon: “dos maximas: a) cero excusas, si hace calor o llueve, es para todos; y b) nunca subestimar”.

Empece por el final, por ese beso de Uma Thurman, porque es bizarro poner como punto de referencia para comprobar si uno esta bien al disfrazado de torta, a los bottles runners, a los incesantes arlequines o a alguno que decidio salir del closet por un ratito y se lookeo con pilcha (escasa) del sexo opuesto.

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El veneno esta en el beso porque el maquillaje, las lentejuelas, las sonrisas y los cantos alegres duran hasta el 26. Alli todos, sin excepcion, comprobaron que esta lindo el chiste, pero son 42.
Ahí todo se mira con ojos distintos, y se comprueba que detras del traje de conejo con las nalgas al aire de uno hay cuadriceps que lo sostienen; mas alla de lo simpatica que le queda a la nipona tunearse de geisha, hay gemelos que explotan ante cada paso que da en busca de la meta.
El disfraz, en cierta medida, oculta un tanque de energia. Lo protege del sol, pero desde el 26 se caen las lentejuelas, se vuelan la plumas y ese tanque energetico se ve, se potencia.
En un maraton donde el veneno esta en el beso, el mejor antidoto es que debajo de un traje hay meses de entrenamiento, kilometros recorridos, sed de vino pero hambre de gloria.

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Cumpli un sueÑo. Me lo debia desde que, en 2003, tome ideas de Medoc para hacer con un grupete de bizarros amigos el Tour de los Viñedos Nieto Senetiner. Me lo debia, pero tambien mire mucho, registre detalles como la carrera en vivo por WebTV, el waffle, las pecheras personalizadas o las copas Riedel para cada finisher.
Gane en experiencia.

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Volvere a hacer una carrera bizarra en Mendoza, o tal vez en Salta, San Juan o Neuquen. No se cuando, pero volvere. Termino como empece. Una carrera soÑada, la mejor que corri junto a New York. Eso si, comprobe que los disfraces deslumbran, encandilan. Pero al final de cuentas son 42 kilometros 195 metros. Ni uno menos.

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