¿Cómo puede ser? Dónde y cómo lo tramo: El corazón de Mo Farah

“¿Cómo puede ser que Farah les gane a todos corriendo casi en 14 minutos?”, me pregunta Diego Fernandez, recordman cordobés en 100m Categoría Master. Y agrega: “Los tipos de ahí (por la carrera de 5000m en Beijing), cuando corren solos lo hacen abajo de las 13:30”. Claro, Mo corre, tranquilo, por debajo de 13:30 (su mejor registro en esa distancia es 12:51). A la inquietud de Diego, ensayo una respuesta bastante arrebatada producto de ver hasta el cansancio las carreras de Mo Farah: “Más allá de cuestiones tácticas, su corazón y su cabeza son muy grandes. Gana con el peso propio de su figura, combinando el ataque letal en las últimas vueltas que, se sabe, es imposible de batir. Su hambre de gloria, además, está intacto.” Como si fuese ayer cuando después de superar el trauma pos emigración de su Somalia natal, comenzó a correr para ganar una membresía en la universidad. El largo capítulo de gloria de Farah, sin embargo, tiene en 2015 una página importante, clave en el desarrollo de una leyenda y que explica esa delgada línea entre serlo o quedarse en las antípodas, en el gran atleta que fue. Muchas veces, lo que define a una verdadera personalidad de, en este caso, el deporte, es la capacidad de sobre ponerse incluso a presiones propias y, claro, a las ajenas. En 2015, Mo Farah vivió uno de los años más turbulentos de su vida. Y no por sus marcas, que estuvieron a la altura de su historial, sino por tener que soportar el hecho de estar al filo de la cornisa gracias a la denuncia mediática de la BBC y ProPública, que iba destinada a Alberto Salazar, su entrenador, y Galen Rupp, pero que tocó directamente a Farah.

La caza de brujas empezó ni bien terminó su participación en la Diamond League de Eugene, en su Oregon de adopción y después de que corriera los 10,000m más fuertes del año, incluso por debajo de los 27:01 de Beijing (ese día corrió en 26:50). Primero, la acusación de ocultar pruebas de dopaje por parte de Farah y otros atletas del Oregon Project. Además de salir a aclarar, el británico decidió publicar, cual reality show, los datos de sus análisis en el tabloide Sunday Times. El proceso le costó una baja de la DL de Birmingham por stress, aunque cuando decidió volver, en Laussane, brilló en los 5,000m con una marca notablemente inferior a la del Mundial de Beijing: 13:11.77. Con la denuncia comenzando a disiparse, en la reunión de Monaco perdió previsiblemente frente al veloz Kiprop (campeón mundial en los 1,500m), que entró al club de los 3:26 liderados por El Gerrouj. Sin embargo, aquel día Farah corrió en 3:29, y aunque fue cuarto, se lo vio en una gran forma, confirmando que trasladando ese parcial a una carrera de más distancia podía ser imbatible. Luego, en Londres, volvió a correr un 3,000m en 7:34.66 y ganó en el mismo estadio que lo consagró doble campeón olímpico, frente a su gente. frente a su familia. La inspiración era muy grande, el trabajo estaba prácticamente hecho.

mo beijing 1

Sin embargo, si en algo coincidían sus críticos más acérrimos, era en la alta probablidad de que #SalazarGate le afectara en el Mundial. El mismo Farah, con suficiente espalda para despegarse pero con una larga trayectoria al lado del cubano, sabía que debía cerrar una etapa, más allá de continuar con él al lado de la pista. Tanto la USADA como la Agencia Británica Antidopaje le recomendaron que lo dejara. Pero Mo, fiel a sus convicciones y firme en sus decisiones, no hizo caso. Prefirió tomarse un avión a Portland para hablar personalmente con Alberto Salazar en su residencia. Lo hizo lejos de los micrófonos y de los flashes. Más allá de la charla, que no trascendió, el propio Salazar le ordenó resguardar lo máximo posible su cabeza frente al raid mediático que significaban las acusaciones. Ahí empezó todo. Bajo sus órdenes pero con el acompañamiento de la Federación Británica de Atletismo, se recluyó en los Pirineos, en Font Romeu, para encarar la última etapa específica de cara a Beijing. Alberto le mandaba sus planes por mail, con los entrenadores de UK Athletics como intermediarios, y Farah los cumplia a rajatabla. Incluso el canadiense Cam Levins, uno de sus compañeros en Oregon, se fue hasta allí a entrenar con él.

El domingo posterior a la victoria en 10,000m en Beijing, la emisora capaz de determinar qué piensan y qué no los británicos o de revelar escándalos (sin importar su veracidad), se deshacía en elogios para Farah. Lejos de la polémica, Mo apenas le devolvió la pelota a la BBC y otros medios con agradecimientos generalizados y sin polémicas. Respondió en la pista, con muestras de caracter y un trabajo táctico impresionante. Corrió fuerte los 10,000m, ahí Kamworor lo exigió. Pero en los últimos 1,500m empleó su mejor registro en la distancia para pulverizarlo. Corrió la última vuelta en 52 segundos. En los 5,000m, entró diezmado por el cansancio. Al igual que sus rivales, había corrido dos días antes la etapa clasificatoria. Sin Rupp en sus mejores momentos, no había nadie quien le tirara. Era él frente a Koech, Ndiku, Gehbriwet, Kejelcha, y el resto. El mismo Kejelcha, que le había ganado en los 5,000m de Doha en mayo pasado, era el llamado a vencer a Farah. Pero Yomil no respondió y fue Ndiku el que encaró los últimos 200m como líder aunque Mo, que empleó el mismo registró que en el 10,000 para aquellas últimas cuatro vueltas, fue demoledor en el sprint final y volvió a ganarlo como lo hace siempre: con el corazón.

Mo Farah es el medio fondista más grande de todos los tiempos. El título lo ostenta más allá de Beijing, donde cosechó otro doblete en 5000 y 10000m, el tercero de su cuenta personal junto a Londres 2012 y Moscú 2013, más los títulos en los mundiales de Berlín (5,000) y Daegu (10,000m). Su último desliz en las grandes citas fue precisamente hace cuatro años, en el Mundial de Daegu, donde perdió en el cinco mil en el final frente a Jeilan. Posee en total siete oros mundialistas, una medalla de plata en campeonatos mundiales, y dos medallas doradas en Juegos Olímpicos. Sobre Mo Farah escribimos hasta el cansancio. Asombrados, incrédulos y pendientes de otro paso en la historia del atletismo. Lo hacemos, en sus días buenos y en los malos también. Cuando batió el récord mundial de Bekele en la doble milla o fue récord europeo de media y también después de su resultado no tan esperado en el maratón de Londres, un capricho -según Salazar- que le costó meses de preparación. Farah volvió, como siempre lo hace. En la antesala de Río 2016, escribió el epílogo de otro capítulo dorado para poder así, abrir el próximo. La historia continuará.

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